Innovar no es difícil.
Ok, tampoco es fácil. Pero lo que lo hace difícil en la mayoría de las empresas es la forma en la cual intentamos hacerlo.
En general el enfoque de las organizaciones es: alguien tendrá una buena idea (que en general esperamos que sean los fundadores o directores, porque tuvieron buenas ideas en el pasado) y luego generaremos un buen set de requerimientos y de diseños para finalmente implementarla bien y tener éxito.
Ok, quizás lo simplifique demasiado. Tenemos varias ideas, que pueden surgir de muchas fuentes, se realizan “casos de negocio” o “evaluaciones de proyectos” para analizar numéricamente cuales son las mejores, y establecemos un roadmap de implementación que nos asegura tener varios intentos de ideas que tengan posibilidad de éxito a lo largo del año. De hecho los casos de negocio que hicimos nos dan mucho entusiasmo y seguridad sobre cuánto vamos a mejorar con estas implementaciones.
¿El problema?
Steve Blank dice “ningún plan de negocio sobrevive el primer contacto con el cliente” (“no business plan survives first contact with customers”).
Y ese es justamente el problema de este modelo para generar innovación: el cliente es expuesto a la idea una vez que ya está construida. O sea que si (a pesar de nuestros mejores esfuerzos) no le gusta, vamos a haber tirado todo el esfuerzo que hicimos para construirla a la basura. Nuestra evaluación de proyecto puede servir para cuando estamos pensando por ejemplo sumar más marketing a un producto existente, o abrir un nuevo canal de distribución… pero cuando hablamos de productos innovadores de poco sirve hacer una planilla de ingresos y costos hasta que no tengamos aprendizaje validado por el cliente sobre cuál es el producto que necesita.
Imagino que muchos pueden estar pensando: bueno, muchas compañías hacen estudios de mercado, focus groups, u otros tipos de entrevista para saber lo que el cliente quiere. Volviendo a las citas, Eric Rise en The Lean Startup dice que debemos aprender lo que el cliente realmente quiere, no hacer lo que ellos piensan que quieren (“We must learn what customers really want, not what they say they want or what we think they should want.”). ¿Por qué? Lamentablemente somos muy malos para imaginar lo que queremos antes de verlo. Pero si somos buenos para describir los problemas que tenemos, y ahí está la clave para resolver nuestro problema de innovación.
¿Cómo podemos solucionarlo?
La clave está entonces en poder presentarle soluciones a los clientes para que nos den su feedback, aprendamos, y podamos refinar el producto hasta que resuelva sus problemas de forma “irresistible”. Ok, perdón, eso era bastante obvio…
La verdadera clave está en cómo presentamos soluciones de forma muy rápida y muy barata, para que no tengamos ese brutal desperdicio de construir punta a punta un producto o funcionalidad que al cliente no le sirva.
Para eso sirve la metodología de Product Discovery. Una serie de técnicas y herramientas para poder generar una solución lo suficientemente completa para permitirnos validar cualquier idea en 1 día.
En el libro Sprint, Jake Knapp de Google Ventures, da ejemplos de cómo utilizaron técnicas para prototipar ideas en rubros cómo medicina, robótica y construcción. Así que definitivamente podemos lograrlo para productos de software.
Si te interesa saber más…
Me parece fundamental que todos los que trabajamos haciendo productos digitales e innovación sepamos más de este tema, y por eso decidí armar una pequeña guía introductoria a product discovery.
Mi intención es mostrar paso a paso cómo cualquiera puede empezar a utilizar estas técnicas mañana mismo, prácticamente sin ningún costo o necesidad adicional a lo que tienen hoy para operar.
¡Me encantaría que lo leas!
¡También me gustaría saber cuales son tus principales problemas para innovar! Me encantaría que me dejes un comentario abajo así podemos seguir la conversación y no dudes que trataré de ayudarte de la forma que me sea posible.